Cuando el sexo se acuesta con el miedo


“Hace mucho tiempo, desde que me separé que no mantengo relaciones sexuales con nadie. No sé cómo reaccionaré, me da cosa no saber cómo”. “Me agobia pensar que voy a eyacular muy pronto”. “Cuando estoy con mi pareja me cuesta tener orgasmos”. “No me gusta mucho mi cuerpo, no quiero que me vean desnuda, evito cualquier contacto íntimo”. “Lubrico poco desde que empecé con la menopausia, no quiero que mi pareja piense que ya no me excita”.

Son algunos de los tantos ejemplos donde el sexo se acuesta con el miedo. El miedo al error, a equivocarme o a que las cosas no salgan como espero o como se supone que tienen que salir; nos aleja del placer, de las ganas y del disfrute. Con lo cual, aprender a manejarnos en el miedo y la frustración, es un buen principio para mejorar nuestra vida sexual.

“Los errores son alegres” escribió Borges, sin embargo en nuestra cultura, en nuestra relación con nosotros mismos y con los demás, los errores suelen estar penalizados, nos llevan a la culpa, a la frustración, a la tristeza, y al miedo a cometer nuevos errores. Aparece entonces lo que podemos llamar “ansiedad de rendimiento y anticipación del fracaso”. El miedo a equivocarnos, a no rendir como esperamos, nos hace estar tan pendientes de aquello que queremos evitar, y frente a lo que pretendemos mejorar, la realidad es que conseguimos el efecto opuesto. Si estoy pendiente de lubricar más o de que el pene esté en erección, mi desconexión con la situación erótica, y estar solo pendiente de eso hace que mi rendimiento sea peor. Así que desde esas expectativas, y esa presión autogenerada mi rendimiento es menor, y además eso que quiero evitar aparece con más fuerza. Por ejemplo, si tengo miedo a que el pene pierda la erección, ese estar pendiente todo el rato de la erección suele generar que la erección baje. Además, si eso que no quiero que suceda, ha pasado en alguna ocasión, el querer a toda costa evitar que vuelva a suceder, suele generar precisamente eso, que vuelva a suceder.

Esa evitación de lo que consideramos error, es el auténtico error. Lo real es que el error es valioso, sin equivocaciones no aprendemos. El error tiene un gran valor, es lo que nos permite cuestionarnos las cosas, parar y aprender. La actitud a tomar es preguntarnos ¿qué mensaje bueno puedo extraer? o ¿cómo me ayuda a vivir mi vida más plenamente?. Igual esa falta de erección en algunos momentos me permite ampliar y enriquecer mi encuentro erótico haciendo otras tantas cosas donde el pene no es el protagonista.

Además si le damos una vuelta más a que es esto de un error, en el fondo igual el error es creer que las cosas han de ser como yo quiero y espero, igual el error es no permitirnos ver lo bueno que tiene esa situación, igual el error es no permitirnos aprovechar todo lo que esta nueva situación tiene para ofrecerme.

Ver ventanas, donde veíamos muros. Ver la oportunidad en cada circunstancia. Aprender a aceptarnos, a entendernos y a mejorar, y disfrutar de cada situación, normaliza mucho las cosas. 


Fuente: Marian Frías enfemenino

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